
Dice el dicho que "Rectificar es de sabios" y es bien cierto; admitir la culpa o el error, arranca de nuestro ego un trocito de humildad que nos hace más humanos. Pero en ciertos casos, el rectificar nos hace parecer todavía más tontos. Y es que en el caso que nos ocupa el error no es tan grave como la solución. ¿Qué le costaba al buen hombre volver a escribir en una hoja de papel la frase correcta? ¿No es lo mismo dejar el error que destacarlo?
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